Jot Down y El País cabalgan juntos

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El pasado 17 de julio se anunciaba un acuerdo entre El País y nuestra querida Jot Down para sacar “juntos” una revista mensual que se venderá con el diario el primer domingo de cada mes. La revista, según se informaba, será una versión “light” –le han llamado Jot Down Smart- de la fantástica publicación trimestral que tantos admiramos tanto desde su aparición hace algo más de tres años. Desde que me enteré ando inquieto rumiando el asunto. Confieso que no me gustó de primeras. ¿Es esto una buena noticia? Pensé. Y después de darle muchas vueltas me reafirmo en mi primera impresión y confieso que me gustaría equivocarme. Para mi no es buena noticia. Ya está dicho. Sospecho que para los lectores habituales de Jot Down tampoco. Y me temo que para la propia revista no será una decisión acertada, al margen del acuerdo económico que imagino reportará ingresos a corto plazo –ya veremos qué pasa a la larga- a las arcas de Jot Down magazine. ¿Y para El País?. Para el diario sí que parece una buena jugada en el intento (¿desesperado?) de mantener, retener o recuperar –que cada uno coloque aquí el verbo que mejor le cuadre- algo del prestigio intelectual que se han ido dejando por los rincones después de la escabechina de firmas que ha venido practicando a golpe de ERE en los últimos años. No en vano la cabecera principal de PRISA ha ido asumiendo el papel de Darth Vader de la prensa española hasta llegar a un punto en el que nadie le discute el papel de más antipático del patio.

Malas compañías

¿Y porqué creo yo que los de El País no son buenas compañías para Jot Down, que a su vez tienen una imagen de bad company en un sentido literario, cinematográfico y hasta musical, en el sentido más romántico del término, vamos?. Pues hay varias razones. En primer lugar el prestigio y respeto que se ha labrado Jot Down en estos cuatro años, 12 números trimestrales, de cabalgar en solitario lo ha conseguido a base de rigor, profundidad, personalidad, análisis iconoclasta, humor y una mirada irreverente y off de la realidad que es proporcional a la banalidad y superficialidad que El País ha ido consiguiendo en cada uno de sus suplementos (léase ICON, S-Moda, EPS). Si admiramos y queremos a Jot Down es en gran medida por ese aspecto de tocho que tiene la revista -sin publicidad, por cierto, otro de sus rasgos de identidad que dudo mucho se vaya a mantener en la versión “smart”-. Ese punto de la revista, con sus números monográficos de más de 250 páginas –insisto, sin anuncios-, con artículos, entrevistas y fotografías cuidadas y alejadas de la necesidad de “actualidad” o de lo noticiable, hacen de Jot Down un “producto” –disculpen la palabra- muy apetecible para algunos lectores. Yo creo que todo esto es incompatible con hacer una revista mensual y con el sello Prisa.

No olvidemos, además, que en Jot Down colaboran algunas personas que han salido de El País tarifando y echando pestes de la casa y sobre todo de Cebrián. En Jot Down llevan muy a gala que ellos no tienen linea editorial y que sus colaboradores tienen libertad absoluta para escribir lo que quieran sobre lo que deseen. ¿Van a dejar en El País que Enric González​, por poner un ejemplo, escriba en Jot Down Smart? ¿Lo van a vetar? ¿Va a consentir la gente de Jot Down que les impongan quien escribe y quien no en esa revista? ¿Se van a autocensurar ellos mismos para no cabrear a sus nuevos jefes socios? ¿Querrá el propio E G escribir ahí?

Y por último, está el asunto de la imagen, del prestigio, de la posición intelectual o ideológica en la que uno se coloca para mirar el mundo. Jot Down venía colaborando hasta ahora con Eldiario.es. Era una cooperación coherente, bajo mi punto de vista. Dos medios jóvenes, nuevos, iconoclastas, compartiendo una manera de ver la realidad y sobre todo de cuestionársela. Imagino que la nueva pareja de baile obligará a Jot Down a dejar su colaboración con Eldiario.es y eso les sitúa en una posición mucho más conservadora sobre casi todo. Mal negocio, muchachos. O quizás al final la clave sea esa, el negoci. Y esto último, el business, en cualquier caso solo lo sería si El País no acaba ensuciando, fagocitando o sencillamente destruyendo a Jot Down, que es lo que yo me temo.

De momento yo ya me imagino que la próxima vez que llegue a mi mesa el paquete con la revista Jot Down y lo abra con cuidado, mirando alrededor como Sheldon Cooper mira a Leonard, mis compañeros de trabajo ya no tendrán ese brillo en la mirada ni esa expresión entre envidia y asco.

Eso sí, como anunciaba el twitter de @JotDownSpain (por Dios, que no se carguen tb a ese magnífico twitero, quien quiera que sea) se van con su admirado Jabois.

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