La interpretación de Oscar Isaac protagonizando el filme “A most violent year”, de J.C. Chandor (Margin Call -2011-, All Is Lost -2013-) nos recuerda a Pacino en el papel de Michael Corleone (“El Padrino”). Y no es casualidad, porque en esta película se nos muestra, como en aquella, la lucha de un hombre íntegro por seguir siéndolo a pesar de las circunstancias. Ahora bien, Chandor evita la tragedia clásica en la que se inspira el italiano y opta por la crónica realista sin efectismo ni espectacularidad.
La película nos lleva a los ochenta (con discreción, sumninistra al espectador algunas claves de entonces: el papel de la mujer; la estética de los personajes o las barriadas derruidas de Nueva York). «A most violent year» es un buen largometraje en muchos aspectos, pero destaca su excelente guión, que permite al filme un recorrido circular que se cierra con precisión. El final aporta algunas claves al espectador que le permitirán explicarse por qué lleva casi dos horas notando un tufillo a podrido en torno al protagonista.
Porque sí, en la Nueva York de los ochenta que nos muestra Chandor huele a podrido, al igual que en la Dinamarca de Shakespeare. Y será porque el inglés universal nunca pierde actualidad pero a uno se le antoja que el tema es también muy oportuno muchas millas al este y treinta años más tarde.
En este momento y en este país también huele a podrido y es sabido que la irritación ante semejante paisaje puede mover al público espectador a optar por soluciones simples y verdades como puños.
Será por eso que encuentro el momento de mayor grandeza de la película que nos ocupa en su final, cuando nos indica que, si uno mira lo bastante cerca y, sobre todo, con la suficiente profundidad, las fronteras y los límites se hacen más difusos y, por tanto, más verdaderos.