El duelo y su evolución

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En los últimos años hemos observado un avance, un auge, en el estudio sobre el proceso de duelo. Son muchos los autores y muchas las publicaciones que se han hecho eco de este problema cada vez más extendido. Por eso, cabe preguntarnos: ¿a qué es debido este creciente interés? Para dar una respuesta clara profundizaremos un poco en el concepto de duelo y en su evolución.

El duelo es el proceso que se pone en marcha cuando una persona sufre una pérdida, sea del tipo que sea, aunque la pérdida que provoca más trauma es la muerte y en ella nos centraremos. Visto así, el duelo es un proceso individual y psicológico pero con una gran dimensión social, y es que, es la sociedad la que marca las pautas de ese proceso. Es la sociedad la que pone las reglas en base a las cuales las personas pueden manifestar sus reacciones, sus emociones.

Si echamos la mirada atrás vemos cómo han evolucionado los rituales funerarios. No hace mucho que la cremación era una elección inusual por parte de los familiares, lo normal era inhumar a la persona y los que optaban por otros métodos eran considerados como “raros”. La sociedad es la que marca tendencias en todo y, en el tema de la muerte no iba a ser menos.

Se han perdido, o se están perdiendo, los ritos funerarios tradicionales, los lutos, las reuniones en torno a la fecha del difunto, las conmemoraciones… Y, en la mayoría de los casos, no son sustituidos por otros nuevos lo que acaba provocando en las personas desorientación y desconocimiento sobre lo que tiene que hacer y sobre cómo enfrentarse a este doloroso proceso.

Vivimos en una sociedad con grandes influencias culturales, donde lo más importante es el productivismo seguido del progreso, la salud, la alegría y donde no hay lugar para las expresiones de dolor y tristeza. En esta sociedad de progreso cada vez hay menos tiempo para dedicárselo a actividades espirituales o religiosas y, mucho menos, al duelo.

Hay una idea fundamental que no debemos olvidar, el duelo necesita tiempo. Y tiempo es lo que no hay en esta sociedad. La inhumación de una persona lleva asociada la idea de que pasará mucho tiempo hasta que los restos se integren en el ciclo biológico de la vida. Esa idea de tiempo es la que asocia el doliente a su proceso de duelo. Sin embargo, con la cremación ese tiempo se reduce a unos 90 minutos. ¿Es ese el tiempo qué tiene el doliente para procesar su sufrimiento? Evidentemente no, pero si es cierto que se tiene la idea de que necesitamos menos tiempo, mucho menos tiempo, para procesar todo ese dolor y todas las experiencias.

Otra idea actual que, aparentemente, facilita el duelo es el hecho de poder llevarse las cenizas a casa. Realmente con este acto lo que conseguimos es privatizar el duelo, convirtiéndolo en algo íntimo y personal, algo que no debe ser mostrado. De hecho, cada vez más familias optan por un funeral privado, por cambiar el pésame por un libro de firmas. Todo se vuelve hacia nosotros, alejándolo de la sociedad como si de algo molesto se tratara. No queremos molestar a los demás con nuestro dolor, pero los demás tampoco quieren ser molestados.

Un último aspecto a destacar es la institucionalización de la muerte, ahora se produce en hospitales, en asilos, en centros para mayores. De una manera artificial, sedando a las personas y reduciendo al mínimo el contacto con sus familiares. Si preguntásemos a las personas seguro que nos dirían que preferían estar en sus casas, con los suyos, pudiéndose despedir de cada uno.

Todos estos cambios han provocado el desarrollo, por parte de los profesionales, de estudios y trabajos sobre el duelo donde se constata cada vez mayor la presencia de duelos prolongados, crónicos y/o patológicos, que obligan a las personas a solicitar ayuda especializada porque ya no tienen a esa parte de la sociedad que antes acompañaba al doliente dándole apoyo.

Muchos de estos duelos no serían problemáticos si la sociedad no hubiese marcado tantas reglas restrictivas respecto a la muerte y a la expresión de las emociones de forma abierta. No es cuestión de volver a la época en que se rodó “La niña de luto” pero sí, de hacer algunos cambios para conseguir un proceso de duelo más humano y sociable.

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