Hasta este año no había escuchado hablar de la temible E.coli. La famosa crisis en Alemania que puso en jaque al pepino español me sirvió como introducción a esta terrible bacteria que, aunque no lo creamos, está más presente de lo que debería en los productos que adquirimos para preparar nuestra comida. Por la misma fecha un compañero de trabajo me habló del documental Food Inc en el que se describían las terribles condiciones que se suceden en la producción de alimentos. Llevado por la curiosidad decidí leer el libro Food Inc.: A participant guide: How Industrial Food is Making Us Sicker, Fatter and Poorer And What you can do about it, un libro de ensayos que analiza como la comida industrial nos está está volviendo más vulnerables, obesos y pobres.
El libro está dividido en varias secciones. Los dos primeros capítulos giran en torno al documental, desde sus orígenes hasta su realización, y los obstáculos que tuvieron que sortear en la investigación y publicación de la información. Asusta ver lo cerca que se encuentran los que amasan sus fortunas en la producción de alimentos de los que se encargan de regularlos. Esto, lógicamente, sucede en cualquier industria pero este caso difiere de cualquier otro: la comida es el producto económico esencial para el ser humano, impacta directamente en nuestra salud, por lo que tendría que estar separada lo más posible de las omnipresentes leyes del mercado. La seguridad de los consumidores, de todos nosotros, está amenazada por la avaricia de unos pocos. Tal es el poder de estas corporaciones que una madre, cuyo hijo murió debido a la consumición de uma comida en mal estado, duda a la hora de contar su testimonio ya que teme ser demanda por los abogados mercenarios y miserables de una determinada compañía.
En vez de preguntarnos “¿Cuánto cuesta comer comida saludable?” nos deberíamos preguntar “¿Cuál es el valor real de esta comida rápida y basura?”
A continuación se analiza la producción de ciertos alimentos. Da pavor la lectura del capítulo en el que se describe en qué condiciones se crían los animales que comemos. Aparentemente una práctica bastante común de los ganaderos es criar cerdos en unos habitáculos tan pequeños que impide a los animales puedan si quiera darse la vuelta. Se pasan la vida comiendo y viendo solamente la parte trasera de otro cerdo. Al final, llevados por un comprensible aburrimiento, acaban mordiendo la cola del animal que tienen delante. Para evitar esta distracción, los ganaderos han optado por cortar las colas de los pobre animales… Este caso es sólo un ejemplo de las grandes y múltiples crueldades que sufren los animales y de las que nosotros, al comprar su carne, somos cómplices.
Pero en el pecado llevamos también la penitencia. Debido a las terribles condiciones en las que estos animales viven su carne lleva muchas veces enfermedades que afectan a la salud de los seres humanos. Aunque sólo fuera por propio egoísmo tendríamos que ser más sensibles y cándidos con los animales para evitar infestar con bacterias la comida que tomamos cada día. Además, el número de animales que hoy criamos es demasiado alto. Primero porque no necesitamos en nuestra dieta comer tanta carne (tanto desde el punto de vista de la salud como económico). Y segundo porque una de las más grandes porciones de gas CO2 que emitimos a la atmósfera proviene precisamente de los animales que criamos. Los únicos que ganan en esta carrera cruel y absurda son las grandes cadenas de comida industrial.
Screen shot 2011-09-10 at 10.35.08 PMPero no solo ponemos en riesgo nuestra salud con la comida que tomamos. También la agricultura está sometida a prácticas poco saludables. Desde la modificación genética de las semillas al uso de pesticidas que son imposibles eliminar de los vegetales, caminamos hacia un nuevo horizonte del que desconocemos las consecuencias últimas de las acciones que estamos tomando. Por lo que parece la situación en Europa es ligeramente mejor que en Estados Unidos pero no debemos confiarnos. En España, por ejemplo, estamos dejando la gestión de algo tan básico como el agua a empresas privadas, lógicamente más interesadas en el beneficio en metálico que en el de las personas. Estos supone una pérdida social. Como es también una paso atrás la explotación de trabajadores en el campo (muchas veces inmigrantes ilegales y por lo tantos indefensos al no poder reclamar sus derechos) bajo condiciones laborales cercana a la esclavitud y que cada día refrendamos al comprar productos a precios cada vez más bajos, pero más costosos desde un punto de vista humano. Estos trabajadores no sólo están expuestos a terribles pesticidas (en Estados Unidos hay estudios que demuestran que este gremio está más predispuesto a desarrollar ciertos tipos de cáncer) sino que a veces no tienen acceso a agua potable durante la jornada laboral. Por no mencionar que vivimos en un mundo donde utilizamos alimentos para crear combustible cuando hay gente muriéndose de hambre por no tener acceso a comida: bien por no poder pagarla, bien porque no tienen alimentos.
Lo bueno del libro es que ofrece alternativas . La revolución orgánica que desde hace años lucha por un sistema más justo y saludable va ganando cada vez más adeptos. Personalmente sé que nunca seré vegetariano porque no puedo renunciar al jamón serrano. Pero lo que sí he hecho es reducir la cantidad de carne que consumo y, sobre todo, no comprar pollos que hayan sido criados en condiciones abusivas. El libro incluye una gran cantidad de bibliografía, consejos y páginas web para dotar al usuario de las herramientas necesarias que le permitan tomar decisiones en libertad y luchar por alimentos más sanos y ecológicos. En una de las secciones la asociación Cool Foods, que trabajar para que consumamos alimentos de una forma más ecológica, nos pide que cada vez que añadamos un nuevo producto a nuestra cesta de la compra nos hagamos las siguientes preguntas:
- ¿Es este producto orgánico?
- ¿Deriva este producto de un animal?
- ¿Ha sido procesado este producto?
- ¿Cuánto ha tenido que viajar este producto para llegar a mi plato?
- ¿Es demasiado grande el paquete que contiene este producto?
Son pequeñas acciones al alcance de todo el mundo que sirven para que consumamos comida de una forma más saludable y ecológica. A continuación pongo el tráiler en español del documental Food Inc. para levantaros un poco la curiosida y animaros a leer sobre el tema y a tomar las medidas que tengáis a vuestro alcance.