Una de las autoras que más ha sonado en el Festival de Edimburgo este año ha sido Theresa Breslin. Etre otras actividades se organizó una lectura en cadena de una de sus novelas. Para los que no conozcáis a Breslin, hoy vamos a hablar de su última novela, Prisionera de la Inquisición nominada a numerosos premios. En estos momentos la obra se encuentra disponible en inglés pero será publicada en español el próximo Noviembre por la editorial Umbriel.
Breslin nació en Escocia rodeada de castillos, enterramientos y de la muralla Romana. Semejante paraje debió alimentar la imaginación de Breslin desde bien pequeña. Empezó a escribir mientras trabajaba como bibliotecaria y lleva ya publicados una treintena de libros. Traducidos al español se encuentran los libros La profecia del Louvre y El sello Medici.
«¿Es verdad que en algunos casos humedecieron la leña para que así el condenado se abrasara más lentamente?».
Breslin divide la novela en tres partes: Una ejecución, La llegada de la Inquisición y Prisionera de la Inquisición. Toda la historia sucede en apenas dos años. La mayor parte de la acción transcurre en el imaginario (creo) puerto de Las Conchas, cerca de Granada (donde tendrá lugar la parte final del libro). Salvo un par de breves momentos, tenemos dos narradores principales que nos hacen llegar la historia desde su punto de vista. La primera es Zarita, hija del magistrado del pueblo, acostumbrada a todo tipo de caprichos y malcriada por sus padres. Pese a que ya se encuentra en edad de casarse Zarita es todavía bastante inconsciente y naíf. Su vida entre algodones le impide ver el lado real y más oscuro del mundo en el que vive.
Frente a ella Breslin coloca a Saulo. Él no tiene tanto suerte. Su madre se encuentra enferma y su padre mendiga por las calles con la única esperanza de conseguir un poco de dinero para traer a casa algo con lo que matar el hambre y, si es posible, pagar alguna medicina que consiga calmar los dolores de su esposa. El carácter de este es mucho más agrio y el sentimiento de venganza es el principal motor que le mueve. Desde joven ha debido viajar de un pueblo a otro pero sin saber muy bien por qué.
Breslin acostumbra a adentrarse en diferentes episodios de la Historia para poner un marco a sus novelas. En este caso la autora escocesa elige uno de los momentos más excitantes de la historia de nuestro país, la periferia del año 1942. Son los años en lo que se finaliza la Reconquista de la Península, el reinado de los determinantes Reyes Católicos, las peripecias de Cristóbal Colón para conseguir fondos que financien su expedición al oeste y uno de los peores momentos de la Inquisición española (incluyendo la presión para llevar a cabo la expulsión de los judíos, a la que se oponían los monarcas) con Torquemada a la cabeza…
La ambientación y documentación llevada a cabo por Breslin es bastante buena, por lo que se le pueden perdonar algunos errores (suena bastante extraño que a finales del siglo XV una hija de familia acomodad se dirija a su padre con el familiar Papá). La novela en general está bien con una historia atractiva y una trama que transcurre de forma trepidante. He de confesar que a veces tengo un problema con estos libros donde se producen cambios de clase tan bruscos y en tan poco tiempo. No es que nunca sucedieran en el pasado, pero siempre me parecen un poco artificiales, sobre todo en una época en la que los estamentos sociales eran tan cerrados. Es un problema de verosimilitud pero que no empobrece (más bien al contrario) la historia. Si se lo hemos perdonado a Ken Follet bien podemos hacer lo mismo con Breslin.
No es una obra maestra pero de lectura de verano no está mal. Algunos elementos son un poco melodramáticos y hay algunos momentos en la historia principal que no me parecen que estén bien resueltos. Sin embargo hay personajes concretos que están muy bien trabajados. Me gusta mucho la descripción de Cristobal Colón. Mucha gente todavía no es consciente de que era un pensamiento común en la época pensar que la tierra era redonda. Las trabas principales que se le ponían a Colón eran por un lado sus errores de cálculo y por otro sus pretensiones desmedidas. Ambos temores los confirmaría la Historia un poco más adelante. Algunos historiadores piensan que Colón realmente sabía que había un error en sus cálculos pero pensaba que era más convencer a los monarcas de que era posible ir a las Indias por el Oeste que decirles que había en medio todo un nuevo continente (desde el punto de vista europeo) por explorar.
Y la Inquisición… ¿qué pinta en toda esta historia? Pues no mucho, pero irrumpe por si sola en la novela como irrumpió muchas veces en la vida de los pobres hombres y mujeres de la época. El clima de indefensión y miedo, común a cualquier clase social, es uno de los mejores puntos de la novela de Breslin. Un ambiente de terror que representa uno de los peores momentos de nuestra Historia. ¡Y pensar que la Inquisición estuvo operante hasta el siglo XIX…!