La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca

/

Este año se cumple el 75 aniversario de una de los asesinatos más terribles de la historia de la Humanidad: el del maravilloso poeta Federico García Lorca. Desde un punto más positivo, también se cumplen 75 años de la publicación de La casa de Bernarda Alba, la última obra de teatro que finalizó el escritor. Para conmemorar ambos acontecimientos esta semana vamos a darnos una vuelta por los dominios de Bernarda Alba y el resto de su familia.

Hay cierta polémica acerca del género al que pertenece La casa de Bernarda Alba. El propio poeta la clasificó como un drama pero la mayoría de los críticos la consideran una tragedia. Lorca toma elementos de la tragedia clásica griega, como el coro, y le aporta elementos de su propio universo. El resultado final es la refundación y modernización de elementos teatrales clásicos. Con Lorca la tragedia escribe un nuevo capítulo, uno de los más poéticos de su Historia.

«Esa tiene algo, le encuentro sin sosiego, temblona, asustada».

El argumento de la obra es bastante simple. Antonio María Benavides, segundo marido de Bernarda Alba, acaba de morir. No es baladí este arranque. La desaparición de este hombre provoca que no haya un sólo personaje masculino en toda la obra en escena. Los hombres se aluden, se sueñan, se desean y se oyen, pero nunca se ven. En escena nos encontramos con dos sirvientas que ponen al espectador/lector al corriente de todo lo que ha pasado. Menos la madre de Bernarda, que está encerrada debido a su locura en una habitación, el resto de los personajes están en la iglesia.

El calor es sofocante y desde el comienzo podemos ver la presión latente que más tarde o temprano tendrá que estallar en escena. Esta tensión se acrecenta con la llegada de Bernarda Alba, llevando un bastón (símbolo de poder) y el resto de sus hijas. Bernarda va a imponer un severo luto cuya único alivio será la incipiente relación entre Pepe el Romano y Angustias.

Lo que marca la tragedia es el conflicto entre los personajes que acaba teniendo un desenlace negativo. El severo luto entra en conflicto directamente con la juventud del personaje más joven, Adela, última hija de Bernarda. Cuando su madre se retira se pondrá un vestido verde, como rebeldía frente a su madre. Lo que Adela no sabe, pero sí el lector que conoce la simbología lorquiana, es que el verde es también para el poeta un símbolo de muerte.

Adela no sólo está en conflicto con su madre. También está en conflicto con su hermana Angustias por su relación con Pepe el Romano. Angustias tiene ya 40 años por lo que su edad de casarse ya ha pasado. El único motivo por el cual está en superioridad respecto a sus hermanas se debe a que tiene más dinero en herencia. Su matrimonio, por lo tanto, es más una transacción comercial que una declaración de amor.

También hay tensión entre Adela y Martirio, la siguiente más joven. Martirio estuvo a punto de casarse pero su madre no lo permitió debido al origen del pretendiente. Le falta la rebeldía que tiene su hermana menor y la odia por eso y por su tremenda belleza. A Martirio sólo le mueve la envidia y es ella la que acabará desencadenando la tragedia final.

La represión sexual no es el único conflicto en La casa de Bernarda Alba. Bernarda representa el conservadurismo más negro de la España de la época. El conflicto de clases se ve en la relación de amor odio entre ella y Poncia, criada principal de la casa. Se crió con Bernarda pero las separa las diferentes clases a las que pertenecen. Poncia trae el hablar popular que tanto amaba Lorca y que en La casa de Bernarda Alba roza posiblemente sus cimas más poéticas.

En la obra encontramos elementos típicos de la obra de Lorca. Ya hemos hablado del simbolismo de color verde, pero otros colores, elementos naturales u objetos (la luna, el agua, el calor, el caballo, el bastón) también aparecen en escena. Cuando se lee a Lorca uno debe hacerlo con los cinco sentidos, sintiendo en la propia carne lo descrito por el poeta en el papel. Ningún elemento está puesto al azar, todos han sido escogidos cuidadosamente, incluídas las propias palabras. Desde un punto creativo siempre me ha parecido que La casa de Bernarda Alba es la obra más completa de Lorca. Elementos dramáticos y poéticos se complementan y trabajan como un reloj.

Un elemento que siempre ha marcado la obra poética de Lorca es la musicalidad de sus textos. La música en Bernarda Alba está varios momentos (como en el arranque de la obra con el duelo de las campanas) pero sin lugar a dudas el momento clave es el coro de los segadores. No sólo es un momento de gran carga poética. Es sobre todo un momento dramático excepcional. Primero es, como decíamos antes, una nueva forma de usar el coro. En la tragedia clásica el coro salía a escena. En La casa de Bernarda Alba, el coro permanece fuera de ella. Son personajes masculinos a los que las hijas van corriendo a ver desde las ventanas de su casa, una casa que parece más una cárcel que un verdadero hogar. Y segundo es un enorme contra punto sexual frente al ambiente castrante que se vive en la familia de Bernarda. La única salida es posiblemente la locura, en la que vive la madre de Bernarda Alba. Ella es la única capaz de plantar cara a su hija y sus dos interevenciones a lo largo de la obra son momentos dramáticos excepcionales.

Podríamos hablar horas y horas de esta fantástica obra. La lectura es altamente recomendada, pero asistir a una representación debería ser un imperativo legal. La primera vez que vi en escena La casa de Bernarda Alba, fue en mi instituto realizada por varias compañeras y quedé profundamente impresionado. La luz, la música, el texto es un regalo para cualquier director de escena y, si es adaptado de forma razonable, también para el espectador. Toda una fiesta para los sentidos.

Deja un comentario