Infertilidad. ¿Ahora qué hacemos?

/

Casi todas las parejas asumen que son fértiles y aunque tarden en quedarse embarazadas no piensan que puedan tener un problema, no se plantean que pueda existir un problema de infertilidad o esterilidad hasta pasado mucho tiempo desde que intentan tener un hijo/a.

Este es el primer paso que tiene que asumir una pareja, tomar conciencia y reconocer, que es posible que pueda haber algún tipo de trastorno, sea del tipo que sea, que está impidiendo realizar uno de sus sueños.

Ese problema puede ser de diferente índole, debe ser evaluado y diagnosticados por distintos profesionales.

Lo mejor que puede hacer una pareja es acudir a un centro de reproducción asistida donde evaluaran la situación en la que se encuentran de forma más rápida y eficaz. Los distintos problemas que pueden presentar son:

  • no conseguir una primera gestación.
  • no conseguir una segunda gestación.
  • no llevar a término una gestación.
  • presentar alguna enfermedad que dificulta la gestación.
  • negación del problema.
  • Sentimiento de culpa propio o de la pareja.
  • Vergüenza.
  • Aislamiento social.
  • Falta de autoestima.
  • Cambios en las relaciones familiares y de pareja.

Una vez analizadas todas las posibles causas que provocan esta situación se informa a la pareja. Dar un diagnóstico de infertilidad o esterilidad a una pareja puede ser uno de los acontecimientos más estresantes que puedan vivir, provocando distintas reacciones en cada uno de ellos.

Entre ellas podemos destacar:

  • Negación del problema.
  • Sentimiento de culpa propio o de la pareja.
  • Vergüenza.
  • Aislamiento social.
  • Falta de autoestima.
  • Cambios en las relaciones familiares y de pareja.

Todas estas reacciones pueden llevar a un cambio en la identidad personal que repercute directamente en la pareja y en la familia más cercana, incluso en los amigos. Pueden aparecer diferentes crisis en la pareja cuyo afrontamiento será básico para poder continuar con la relación y con todos los cambios que se producirán desde ese momento.

Abordar todos esos cambios no es tarea fácil, por lo que es aconsejable la ayuda psicológica para un afrontamiento más eficiente de toda la situación.

Cuando la pareja se enfrenta a un problema de infertilidad tiene varias soluciones ya que se pueden aplicar distintos tratamientos. Pero a la vez que supone una alegría poder tener una solución al problema, también es una etapa complicada. Quizás la fase del tratamiento sea la más compleja a la que se enfrenten: toda la vida, todas las energías de la pareja se dirigen al tratamiento.

Es un momento problemático tanto emocional como físicamente. Requiere de un cuidado especial ya que se pueden producir grandes cambios emocionales diferentes en cada miembro de la pareja. La esperanza de éxito, la desilusión o la aflicción son sólo algunos de ellos.

De nuevo en esta fase es imprescindible la ayuda psicológica para poder afrontar los ciclos sin ansiedad, aprendiendo a controlarla. Para informa de todo lo que está sucediendo, para reconocer y canalizar emociones.

Cada ciclo del tratamiento lleva a la pareja a grandes cambios emocionales, pasando de la esperanza y la alegría a la sensación de fracaso en cada pérdida. Este vaivén de emociones requiere de un asesoramiento profesional para poder canalizarlo bien, de manera que la persona se sienta tranquila y asuma de forma relajada lo que está sucediendo. Esta canalización de emociones repercutirá de forma positiva no sólo en cada miembro de la pareja, sino en la relación de los dos y en la relación con los demás. Pero lo que es más importante, repercutirá de forma positiva en el tratamiento. Un estado emocional estable siempre es importante en el tratamiento.

Existen datos de que las mujeres con apoyo psicológico desde el principio tienen un mayor éxito reproductivo, por lo que se aconseja que se utilice desde el mismo momento en que solicitan ayuda, se considera un parte más del tratamiento de infertilidad.

En caso de que no se resuelva de manera satisfactoria, también estarían preparando a la pareja para afrontar el futuro.